jueves, 22 de octubre de 2020

 La guerra de don Sebastián

  

La historia no se repite, pero rima”.

 

Las elecciones presidenciales  de 1920 significaron el fin de un ciclo para nuestra historia. La aristocracia oligárquica terrateniente, había dominado sin contrapesos durante todo el siglo XIX, y tras la Guerra civil de 1891, el parlamentarismo era la forma que había desarrollado para ejercer su hegemonía sobre el Estado chileno.

 Durante este período, es cuando surgen los intentos de las clases media y obrera con mayores posibilidades de éxito de llegar a La Moneda. La Alianza Liberal, que incluía a los antiguos partidos Liberal y Demócrata y al aún existente Partido Radical había obtenido un sonado triunfo en las elecciones parlamentarias de 1918, y sentían que tenían grandes posibilidades de ganar la elección presidencial, eligiendo al liberal Arturo Alessandri, también conocido como “el tribuno de la plebe” o “el León de Tarapacá” como abanderado presidencial (Biblioteca Nacional de Chile, 2018). 

Los partidos de derecha, reaccionaron con estupor a sabiendas de que la Alianza Liberal tenía una opción real de hacerse con el control del Poder Ejecutivo. El Ministro de Guerra y Marina de la época (lo que hoy sería el ministro de defensa), don Ladislao Errázuriz Lazcano durante el gobierno del oligárquico presidente Juan Luis Sanfuentes, protagonizó uno de los hechos más curiosos, y absurdos, que nuestra historia recuerde.

 (Esto es un ejemplo de que la post verdad, no es un patrimonio exclusivo de la derecha de este siglo, más bien parece un patrimonio bien asentado de la derecha en cualquier época).

 El ministro, Don Ladislao Errázuriz, movilizó a todo el contingente militar de Santiago, diez mil reservistas, en dirección al Norte Grande, ya que dijo tener razones para creer que peruanos y bolivianos intentarían recuperar las provincias de Tarapacá y Antofagasta (Muñoz, 2019). Es pertinente señalar que el grueso del contingente transferido al norte apoyaba la candidatura de Arturo Alessandri.

 


Don Ladislao Errázuriz Lazcano.

 

Los diarios de Santiago publicaban noticias, falsas, sobre agentes peruanos y bolivianos de carácter anarquista (de izquierda) que incitaban a la revolución y el terrorismo en el Norte Grande.  A pesar de que la noticia del complot aún no estaba confirmada, la iniciativa contó con el inmediato apoyo de la gran prensa, de los congresistas y de gran parte del país, sucediéndose una tras otra grandes manifestaciones nacionalistas (Muñoz, 2019).

La FECH (Federación de Estudiantes de Chile), en conjunto con la FOCH (Federación de Obreros de Chile), no creyeron las noticias y no adhirieron al fervor patriótico popular que hacía que la mayoría de ciudadanos se inclinase por cerrar filas junto al gobierno de Sanfuentes (y transferir ese apoyo al candidato de su sector, Eliodoro Yáñez) y junto a otras instituciones, pagaron caro al no adherirse. Fueron perseguidos, encarcelados, tratados de antipatriotas por la derecha gobernante, de marxistas, etc. (Muñoz, 2019). Obviamente no había ni hubo guerra. Luego se comprobó que las noticias eran falsas y la razón por la cual Ladislao Errázuriz movilizó las tropas, fue para restar apoyo a Arturo Alessandri durante las elecciones.


La publicación "El surco", con la columna "patriotismo e imbecilidad" en primera plana.

 

Aunque la guerra de don Ladislao fue una post verdad, si tuvo una baja. El joven militante conservador José Domingo Gómez Rojas resultó muerto a consecuencia de las protestas en Santiago por la falsa guerra. Curiosamente la única baja, fue del mismo sector político del ministro y del presidente: la derecha.

 La historia no se repite, pero rima”.

El martes 20 de octubre de 2019, cuando apenas habían transcurrido dos días del estallido social, el presidente Sebastián Piñera Echeñique, de Renovación Nacional, de la alianza Chile Vamos, de la derecha chilena, pronunciaba la siguiente frase: "Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, que está dispuesto a quemar nuestros hospitales, el Metro, los supermercados, con el único propósito de producir el mayor daño posible(Cossio López, 2020). 

Horas antes de la ya histórica y lamentable conferencia de prensa en donde el presidente pronunció esa aún más lamentable frase, el ahora ex ministro de Defensa, Alberto Espina, entregó a Piñera un informe elaborado por la Dirección Nacional de Inteligencia del Ejército (DINE), a cargo entonces del general Guillermo Paiva. En este informe se aseguraba que el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), que sería una célula del G2 (Servicio de Inteligencia cubano), había logrado introducir en Chile "un batallón de 600 agentes clandestinos, expertos en guerrilla urbana", para llevar a cabo operaciones de insurrección en el país. Como comandante de este "batallón" se identificó a Pedro Carvajalino, jefe de la organización chavista gubernamental Zurda Konducta. Lo que no se informó es que Zurda Konducta es un programa de TV, y Carvajalino un youtuber y tuitero fanático del Gobierno de Nicolás Maduro (Cossio López, 2020).

 Con esa información, de la cual Espina no ocultaba su orgullo, Piñera dio la conferencia de prensa – a estas alturas histórica – en la que habló de guerra.

 La historia no se repite, pero rima”. Es una frase que se atribuye a Mark Twain, y no deja de ser irónicamente cierta al comparar la guerra de Don Ladislao, con la guerra de Don Sebastián. Aunque al último lo salvó el coronavirus, paradójicamente, de que la insurrección popular anticipase el fin de su gobierno.

 

 



 


 

Bibliografía

Biblioteca Nacional de Chile. (2018). www.memoriachilena.gob.cl. Recuperado el 22 de Octubre de 2020, de http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-95052.html

 Cossio López, H. (20 de Octubre de 2020). El Mostrador. Recuperado el 20 de Octubre de 2020, de https://www.elmostrador.cl/destacado/2020/10/20/el-plan-zeta-de-pinera-el-informe-de-la-dine-sobre-la-amenaza-extranjera-que-hizo-que-el-presidente-hablara-de-guerra/

 Muñoz, V. (2019). Revista de pensamiento crítico latinoamericano. Recuperado el 22 de Octubre de 2020, de http://www.pacarinadelsur.com/home/oleajes/164-arde-la-patria-los-trabajadores-la-guerra-de-don-ladislao-y-la-construccion-forzosa-de-la-nacion-chile-1918-1922

jueves, 21 de mayo de 2020

Coronavirus y memoria histórica.


Debo confesar que soy profundamente pesimista respecto a la memoria histórica y a las enseñanzas colectivas que nos puede dejar la pandemia del covid-19 a los chilenos. Hay un aforismo, y paradoja a la vez, cuyo autor he olvidado en este momento y que reza más o menos así: "Si algo he aprendido estudiando historia, es que nadie aprende nada de la historia". Y en el mismo tenor, agrego que si algo me ha enseñado el estudiar pedagogía, es a no esperar nada de las habilidades cognitivas de las personas. Esa es la razón de mi pesimismo. Hay un dicho en la sabiduría popular que resume mi pensar, "la gente no cambia, solo se pone más vieja". 
Obviamente el covid-19 generará recuerdos a largo plazo. Será parte de las tertulias familiares hablar sobre las series de netflix que se vieron en cuarentena, de lo agobiante del teletrabajo, risas por el zoombombing que sufrió el docente o recordar al alumno desubicado que habló de más con el micrófono encendido; y habrán espacios para recordar a los seres queridos que la pandemia se haya llevado. Los más críticos, despedazarán cada uno de los errores cometidos por la administración del actual gobernante Sebastián Piñera y los fanáticos, porque siempre los hay, lo defenderán a capa y espada. Y las conferencias de prensa del ministro Mañalich, sufrirán el dudoso honor de ser la versión posmoderna y centeniall de los recordados, hilarantes y absurdos "Martes de Merino".
Mañalich diciendo que el virus mutará en "buena persona"
Otra cosa que nos dejará en la memoria histórica la pandemia, será el comportamiento de los diferentes gobiernos. Ya hemos visto que hay algunos que han actuado de forma bastante acertada, como por ejemplo Nueva Zelanda, Islandia o Alemania; pero la gran mayoría solo han demostrado la inoperancia, miopía e incluso maldad de sus gobernantes, y USA, Brasil e incluso Chile figurarán en ese nefasto ranking.
En ese apartado, Moisés Naim postula que la globalización, ora una consecuencia del neoliberalismo (el mercado global), podría salvarnos del coronavirus; y aquí observamos porqué no. Basicamente Naím dice que ante el escenario del covid-19, los países aprenderán unos de otros de la experiencia internacional (Creo que Naím no sabe que en Chile nos gobiernan unos soberbios con síndrome de Hubris que no fueron capaces de aprender de Corea, Italia o España, ni modo) y la cooperación y la buena voluntad internacional (inserte meme de los SImpsons acá, con todos los niños del mundo bailando en círculos). Ante tan idealista desplante de buenas intenciones, él mismo se desmiente con una dosis de realismo que va directo a su hipotálamo por vía intravenosa, ya que con personajes como Trump como líderes mundiales, la cooperación entre países es imposible, el pobre tipo se ha dedicado a fustigar y debilitar todas las alianzas y posibles alianzas de USA desde que es presidente. Adiós multilateralismo, te extrañaremos.
El mundo post covid según Naím
El Covid-19 no solo será tema de las tertulias familiares, también deberá ser abordado desde la educación pública, tanto como enseñanza de hábitos de higiene en el ámbito de la prevención, tanto como parte de los contenidos del currículum de Historia y Geografía. Y aunque falta mucho tiempo para que ello ocurra, me pregunto como serán expuestos dichos contenidos. Aunque ya visualizo la forma en que los enseñaría, mis potenciales alumnos deberían comparar a Chile con Alemania; comparar el modelo de socialdemocracia alemán con la (nominal) democracia neoliberal chilena; comparar como Merkel, quien se ubica en el centro político alemán ha gestionado la crisis económica versus como lo ha hecho Piñera quien está a la derecha del espectro político chileno; evaluar sus medidas de mitigación de crisis socioeconómicas, de protección al empleo y de apoyo general a la población; comparar como ambos gobiernos se prepararon o no para enfrentar la crisis sanitaria. Tengo una amiga trabajando en Osnabrück, Alemania, en el área de cuidados de enfermos respiratorios, es la jefa de la unidad, y me cuenta con detalle como el gobierno de Merkel amplió la infraestructura de dichas unidades de cuidado desde el 2019 para atender a mayor cantidad de enfermos, y obviamente asemejar ese hecho al arriendo del Espacio Riesco que aun no sabemos para qué se usará (¿Será una compensación por la cancelación de la Cop-25 durante el Estallido social?); Y por último, el alumno deberá comprender como la ideología de los bloques gobernantes, la socialdemocracia alemana y el neoliberalismo chileno, influyó en el acierto o fracaso del proceso de toma de decisiones de sus gobernantes. Eso haría como docente de historia en mis clases (bendita libertad de cátedra, no te mueras nunca).
Volviendo a la memoria histórica y a mi pesimismo antropológico sobre el devenir histórico, esta no es la primera pandemia que enfrentamos, de hecho ni siquiera es la primera en la historia de Chile, y si bien hay aprendizajes adquiridos en la experiencia histórica para enfrentarlas (¿alguien dijo cuarentena?), aún tenemos personajes alejados de la Gracia de Dios que se niegan a usar dicho cúmulo de aprendizajes. Viendo como actúan líderes tales como Trump, Piñera y Bolsonaro, es imposible no compararlos con una vaca arriba de la copa de un árbol, surge inmediatamente la pregunta "¿Cómo diablos llegaron ahí?". Obviamente la respuesta es por sus votantes, y ahí mi pesimismo vuelve a aflorar porque esa gente nuevamente votará.
Piñera en La Moneda.
Durante nuestra historia, quien más luchó por tener un sistema de salud pública universal  fuerte fue el médico Salvador Allende Gossens, quien fuera ministro de salud de quien probablemente sea el mejor presidente de nuestra historia (aprende Sebastián), don Pedro Aguirre Cerda (quién además era docente) y que curiosamente, falleciese en el ejercicio de su periodo presidencial en una epidemia de tuberculosis, epidemia que con la gestión de Allende en el Ministerio de Salud redujo su mortalidad de un 25% (y tendencia histórica desde el siglo XIX) a apenas un 2,64%. De hecho el hospital Sótero del Río nace como un centro de atención para enfermos de la tuberculosis durante este periodo (Allende ocupó el cargo de ministro de salud entre el 28 de agosto de 1939 y el 2 de abril de 1942).
Otra de las grandes obras realizadas por el gobierno de Don Pedro Aguirre Cerda (que insisto, era docente y no ingeniero comercial), fue la creación de la ‘Institución para la Defensa de la Raza y el Aprovechamiento de las Horas Libres’ que buscaba alejar a la gente de las tabernas y el ocio e inculcar el deporte y hábitos de higiene dentro del pueblo. Esta institución funcionó dentro de la idea de la salud preventiva y la fundación de hospitales dentro del concepto de salud curativa.
Solo ejemplificando con dos medidas realizadas durante el gobierno de don Pedro Aguirre Cerda, la creación de entidades enfocadas a la salud preventiva y de hospitales que tratasen la salud curativa, se pudo combatir la epidemia, endémica, de la tuberculosis que mataba a 1 de cada 4 infectados y era una de las principales causas de muerte en Chile durante la primera mitad del siglo XX. Tal es la experiencia chilena en el manejo de crisis sanitaria y combate contra las epidemias.
Si lo comparo con las medidas que el gobierno del Ingeniero Comercial Sebastián Piñera ha tomado, no hay ningún rescate de la memoria histórica y la experiencia chilena en el manejo de enfermedades infecto-contagiosas como la tuberculosis y el covid-19. En vez de crear instituciones que intervengan en nuestros hábitos, Paula Daza, la subsecretaria de salud nos dice que podemos tomar café con los amigos guardando una distancia prudente; o que se abrirán los mall en vez de decretar cuarentena oportunamente (a juzgar por el alto número de contagiados en el momento que se decretó, se hizo de forma tardía); o en vez de abrir nuevos hospitales para salvar más vidas, nos dicen que debemos cobrar nuestro seguro de cesantía, porque las empresas en las que trabajamos pueden acogerse a un beneficio en el cual no nos pagan nuestros sueldos,y eso nos obliga a salir a las calles en masa porque el trámite se hace ante una entidad privada (AFC) y solo de forma presencial, lo cual aumenta de forma importante el riesgo de contagio y aumentando con ello el número de contagiados y muertos. Es duro comparar a Aguirre Cerda con Piñera y a Allende con Mañalich, pero necesario. Incluso me siento indefenso al hacerlo.
Usando la memoria histórica, las epidemias fueron combatidas a altos costos de vidas humanas, pero aún estamos aquí. El covid-19 no me aterra tanto, y eso que soy consciente que de contagiarme, con la paupérrima gestión de Piñera y Mañalich, mis posibilidades de morir son más altas que lo normal. Precisamente mi temor es otro, y es que no seamos capaces de erradicar definitivamente la pandemia del neoliberalismo, que impide tener por primera vez un sistema de acceso de salud pública y universal que sea fuerte,y al virus de la soberbia que tienen nuestras oligarquías gobernantes. Me aterra que tras esto todo siga igual, o que algún gattopardo nos haga cambiar el modelo para que todo permanezca inalterable.
Y es exactamente lo que creo que va a pasar, porque como les mencioné al principio, no confío en las habilidades cognitivas de las personas. Después de todo, ellas votaron por Piñera, eso me da motivos, ¿o no?