La guerra de don Sebastián
“La historia no se
repite, pero rima”.
Las elecciones presidenciales de 1920 significaron el fin de un ciclo para
nuestra historia. La aristocracia oligárquica terrateniente, había dominado sin
contrapesos durante todo el siglo XIX, y tras la Guerra civil de 1891, el
parlamentarismo era la forma que había desarrollado para ejercer su hegemonía
sobre el Estado chileno.
Durante este período, es cuando surgen los intentos de
las clases media y obrera con mayores posibilidades de éxito de llegar a La Moneda.
La Alianza Liberal, que incluía a los antiguos partidos Liberal y Demócrata y
al aún existente Partido Radical había obtenido un sonado triunfo en las
elecciones parlamentarias de 1918, y sentían que tenían grandes posibilidades
de ganar la elección presidencial, eligiendo al liberal Arturo Alessandri,
también conocido como “el tribuno de la plebe” o “el León de Tarapacá” como
abanderado presidencial
Los partidos de derecha, reaccionaron con estupor a
sabiendas de que la Alianza Liberal tenía una opción real de hacerse con el
control del Poder Ejecutivo. El Ministro de Guerra y Marina de la época (lo que
hoy sería el ministro de defensa), don Ladislao Errázuriz Lazcano durante el
gobierno del oligárquico presidente Juan Luis Sanfuentes, protagonizó uno de
los hechos más curiosos, y absurdos, que nuestra historia recuerde.
(Esto es un ejemplo de que la post verdad, no es un patrimonio exclusivo de la derecha de este siglo, más bien parece un patrimonio bien asentado de la derecha en cualquier época).
El ministro, Don Ladislao Errázuriz, movilizó a todo el
contingente militar de Santiago, diez mil reservistas, en dirección al Norte
Grande, ya que dijo tener razones para creer que peruanos y bolivianos
intentarían recuperar las provincias de Tarapacá y Antofagasta
Don Ladislao Errázuriz Lazcano.
Los diarios de Santiago publicaban noticias, falsas,
sobre agentes peruanos y bolivianos de carácter anarquista (de izquierda) que
incitaban a la revolución y el terrorismo en el Norte Grande. A pesar de
que la noticia del complot aún no estaba confirmada, la iniciativa contó con el
inmediato apoyo de la gran prensa, de los congresistas y de gran parte del
país, sucediéndose una tras otra grandes manifestaciones nacionalistas
La FECH (Federación de Estudiantes de Chile), en conjunto con la FOCH (Federación de Obreros de Chile), no creyeron las noticias y no adhirieron al fervor patriótico popular que hacía que la mayoría de ciudadanos se inclinase por cerrar filas junto al gobierno de Sanfuentes (y transferir ese
apoyo al candidato de su sector, Eliodoro Yáñez) y junto a otras instituciones,
pagaron caro al no adherirse. Fueron perseguidos, encarcelados, tratados de
antipatriotas por la derecha gobernante, de marxistas, etc.
La publicación "El surco", con la columna "patriotismo e imbecilidad" en primera plana.
Aunque la guerra de don Ladislao fue una post verdad, si
tuvo una baja. El joven militante conservador José Domingo Gómez Rojas resultó
muerto a consecuencia de las protestas en Santiago por la falsa guerra.
Curiosamente la única baja, fue del mismo sector político del ministro y del
presidente: la derecha.
“La historia no se repite, pero rima”.
El martes 20 de octubre de 2019, cuando apenas habían
transcurrido dos días del estallido social, el presidente Sebastián Piñera
Echeñique, de Renovación Nacional, de la alianza Chile Vamos, de la derecha
chilena, pronunciaba la siguiente frase: "Estamos en guerra contra un
enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la
violencia y la delincuencia sin ningún límite, que está dispuesto a quemar
nuestros hospitales, el Metro, los supermercados, con el único propósito de
producir el mayor daño posible”
Horas antes de la ya histórica
y lamentable conferencia de prensa en donde el presidente pronunció esa aún más
lamentable frase, el ahora ex ministro de Defensa, Alberto Espina, entregó a
Piñera un informe elaborado por la Dirección Nacional de Inteligencia del
Ejército (DINE), a cargo entonces del general Guillermo Paiva. En este informe
se aseguraba que el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), que
sería una célula del G2 (Servicio de Inteligencia cubano), había logrado
introducir en Chile "un batallón de
600 agentes clandestinos, expertos en guerrilla urbana", para llevar a
cabo operaciones de insurrección en el país. Como comandante de este
"batallón" se identificó a Pedro Carvajalino, jefe de la organización
chavista gubernamental Zurda Konducta. Lo que no se informó es que Zurda
Konducta es un programa de TV, y Carvajalino un youtuber y tuitero fanático del
Gobierno de Nicolás Maduro
Con esa información, de la cual Espina no ocultaba su orgullo, Piñera dio la conferencia de prensa – a estas alturas histórica – en la que habló de guerra.
“La historia no se repite, pero rima”. Es una frase que se atribuye a Mark Twain, y no deja de ser irónicamente cierta al comparar la guerra de Don Ladislao, con la guerra de Don Sebastián. Aunque al último lo salvó el coronavirus, paradójicamente, de que la insurrección popular anticipase el fin de su gobierno.
Bibliografía
Biblioteca Nacional de
Chile. (2018). www.memoriachilena.gob.cl. Recuperado el 22 de Octubre
de 2020, de http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-95052.html
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