Parábola del
evangélico y el homosexual
“A
unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo
también esta parábola:
Dos
hombres subieron al templo a orar: uno era evangélico, y el otro homosexual.
El evangélico,
puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque
no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este
maricón;
ayuno
dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Mas
el homosexual, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino
que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
Os
digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque
cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”
Durante el
siglo XXI, los evangélicos son bien conocidos por el seguimiento a la ley de
Dios. El evangélico de esta parábola, fue más allá de las reglas religiosas
requeridas, ayunando más de lo debido, y diezmando de todo cuanto ganaba.
Seguro de su religiosidad, el evangélico no le pide nada a Dios, y nada recibe.
Por otro lado,
los homosexuales son seres humanos despreciados por los evangélicos, ya que
estos dicen que su orientación sexual es
“abominable a los ojos de Dios”. Sin embargo, la parábola no condena la
condición del homosexual, sino que lo describe como a alguien “necesitado del
amor y la reconciliación de Dios”, dirigiéndose a Dios en humildad, recibe
dicho amor y reconciliación.
Ésta parábola
muestra la importancia de la humildad en contraste con la soberbia, y
constituye una dura crítica al legalismo evangélico.
¿Cuál es la
soberbia del evangélico? Sentir que es un “Hijo de Dios” y que bajo esta
condición es mejor que el resto de las personas, sobre todo aquellas que tienen
el carácter de “despreciables” según su cosmovisión religiosa.
Esta soberbia
evangélica, está en absoluta contraposición a las enseñanzas de aquel a quien
dicen seguir. Jesús de Nazareth, es mostrado en el evangelio predicándoles a las
siguientes personas su mensaje del “Reino de Dios está cerca”:
-
Los pobres: Según la mentalidad judía del siglo
I, los pobres eran pobres por no agradar a Dios y por lo tanto no eran merecedores
del respeto y dignidad, menos un lugar en la sociedad. De hecho los evangelios
relatan que en más de una ocasión alimentó a multitudes que lo seguían[i].
-
Los enfermos: Dentro del judaísmo del primer
siglo, existían dos tipos de enfermedades, aquellas invalidantes que terminaban
en la amputación o inutilidad de un miembro o ceguera; y aquellas ocasionadas
por demonios. Entendamos que en dicha época no existía el conocimiento aséptico
ni menos la existencia de agentes patógenos como virus y bacterias[ii].
En ambos casos, los enfermos eran tratados como parias, y en ambos casos, Jesús
mostró amor y preocupación por ellos.
-
Los excluidos del sistema religioso del Templo,
como los ya mencionados pobres y enfermos, pero agregando a los más
indeseables, publicanos y prostitutas[iii].
Como ya han planteado E. P. Sanders y J. D. Crossan, la marginación religioso/moral
es vinculante con la marginación social, es decir estos “malos ciudadanos” eran
oprimidos en todas las áreas por los “buenos ciudadanos”. La identificación de
Jesús con los excluidos, llega a tal punto que él mismo es denominado por los
fariseos como “comilón y borracho”[iv].
Lo anterior es
claro indicador, la actividad kerygmática de Jesús estaba orientada a los
olvidados, a los excluidos y a los oprimidos de Israel. Si nos situamos en el
contexto del siglo XXI, los fariseos de la parábola original[v]
claramente son identificables con los cristianos legalistas (escojo a los “evangélicos”
por ser los más ruidosos en este aspecto), y el publicano, su situación de
opresión y marginación moral/religioso y social es equiparable a la que hoy
sufren las personas LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales).
¿Son hoy los
evangélicos, católicos, y cualquier otro colectivo religioso legalista, seguidores reales
de ese Jesús, que se juntaba con pecadores, pobres, enfermos, marginados,
oprimidos, excluidos, publicanos y prostitutas? La calidad cristiana está
condicionada por el grado de seguimiento que hacemos de Jesús. Y un ejemplo de
esto, es que a los evangélicos cuando un LGBT llega a una Iglesia intentan
cambiar su forma de vida, o que por lo menos se abstengan de vivir su
sexualidad. Siempre a estos les predican el famoso versículo que dice “vete y
no peques más”, pero olvidan siempre que Jesús principió la frase con un “ni yo
te condeno”[vi]
[i] Mt
14:13-21; Mc 6:30-44; Lc 9: 10-17; Jn 6: 1-15
[ii]
Interesantes y recomendables son los estudios del teólogo católico Ariel
Álvarez Valdés, antes que fuera obligado a retractarse por sostener quelas
posesiones demoníacas del Nuevo Testamento, se trataban de enfermedades
mentales desconocidas para su tiempo.
[iii] Lc 7, 36-50;
[iv]
Mt 11:19
[v] Lc
18: 9-14
[vi] Jn
8:11
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